Compartir a Jesús no se trata de ti, es la obra del Espíritu Santo.

¿Alguna vez te pones nervioso al compartir a Jesús?
Sabes que compartir a Jesús es parte de tu llamado como cristiano, pero solo pensarlo hace que tu corazón se acelere. Llegan pensamientos, "¿Y si digo algo incorrecto? ¿Y si se pone incómodo o, peor, ofensivo?" Puedes incluso preocuparte de que compartir a Jesús pueda parecer insistente o forzado. Es como si llevaras el peso de la salvación de otra persona sobre tus hombros.
Pero aquí está la verdad: compartir a Jesús no es algo que haces solo. No eres el héroe de la historia: el Espíritu Santo lo es.
El evangelismo no se trata de un solo momento o decisión. Se trata de la transformación del corazón, mente y alma de una persona. ¿Y adivina qué? La transformación es obra del Espíritu Santo.
La gente no necesita tus palabras perfectas, necesita un corazón nuevo.
El Espíritu Santo está en el negocio de cambiar corazones. En Ezequiel 36:26–27, Dios promete dar a las personas un "nuevo corazón y poner un nuevo espíritu" dentro de ellas.
Eso no es algo que podamos hacer por nuestra cuenta. Pero cuando tomas la decisión de compartir a Jesús en colaboración con el Espíritu Santo, Él actúa en el corazón de esa persona, haciendo lo que solo Él puede hacer.
Eso significa que la responsabilidad de cambiar corazones no recae en ti. Tu papel es simplemente ser obediente y compartir el mensaje.
Entonces, ¿cómo puedes aprender a depender del poder del Espíritu Santo en lugar de tu propia fuerza? Aquí hay tres formas simples:
1. Ora por sensibilidad al Espíritu Santo
Romanos 8:26 nos recuerda que "el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad." Antes de compartir a Jesús con alguien, pide al Espíritu Santo que te ayude a confiar en Él. Ora por dirección y confianza, no en ti mismo, sino en Su capacidad para obrar a través de ti.
2. Da un paso en obediencia
Comparte a Jesús, incluso si da miedo. Da un paso, no en tu propia confianza, sino con la fe de que el Espíritu Santo te está enviando. Juan 14:26 nos dice que "el Espíritu Santo nos enseñará y recordará todo lo que necesitamos decir." Confía en que Él te preparará en el momento.
3. Ora por la semilla
Después de haber compartido, ora para que el Espíritu Santo nutra la semilla que has plantado.
Ora para que Sus palabras permanezcan en su corazón y mente. Pídele que siga moviéndose en su vida, acercándolos más a Jesús.
Imagina cómo podría ser compartir tu fe, sabiendo que no depende de ti cambiar los corazones. ¿No es un enfoque mucho más liberador para el evangelismo?
El peso de compartir a Jesús no descansa solo en tus hombros. El Espíritu Santo es tu Ayudante: guiando, equipando y trabajando a través de ti. Tu único trabajo es presentarte y dejar que el Espíritu Santo haga lo suyo.
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